Esther G. Valero, diario de una canalla

No os lo vais a creer pero Canallas me ha elegido a mí (sí, justo a mí) como una de sus portavoces. Lo que leéis, me han propuesto escribir sin filtros y contaros lo que me apetezca (y cómo me apetezca) a vosotros, gente con criterio, gamberra, fresca, que sabe reírse hasta de su sombra y tiene unas ganas locas de divertirse y comerse el mundo. Para mí que se les ha ido un poco la olla… ¿En seriooooo? ¿A mí? ¿Escribir sin filtros? ¿De lo que yo quiera? Estos no saben lo que hacen (jajajaja). Pero no seré yo (espero que vosotros tampoco) quien se lo diga.

Me apetece muchísimo esta aventura, así que quedará entre nosotros.
Mi abuela siempre me decía que yo tenía un puntito canalla (muy probablemente heredado de ella), por lo que cuando contactaron conmigo supe que no era una coincidencia. ¿Yo canalla?

¡A mucha honra! ¡Aquí estoy! Nunca he sido la más guapa, ni la más lista, ni la más graciosa de clase, pero me va la marcha y no me falta la ironía (ni la mala leche), algo que me ha ayudado a caer en gracia y hacerme mi hueco en casi todas partes.
Perdonadme, os estoy soltando un buen rollo y todavía no me he presentado. Ya voy mal, muy mal, jejejeje. Me llamo Esther G. Valero. Soy una periodista vocacional con bastante facilidad para enrollarme (no se nota, nooooo). Cuando escribo me pasa lo mismo que cuando hablo, una vez que empiezo no sé muy bien cómo parar. Cojo carrerilla y no hay quien me detenga (pobre del que lo haga, jejejeje). Sí, lo de estar calladita nunca ha sido mi fuerte. Y, para colmo, a estas alturas ya me quedan muy pocos pelos en la lengua, así que ya podéis ir preparándoos.

¿Qué más puedo contaros sobre mí? Que me gusta mucho leer, escuchar música (no siempre de la buena), salir con mis amigos, bailar, disfrutar de un buen homenaje gastronómico, llenar la bañera… Vamos, lo que viene siendo un bicho raro en toda regla, jejejeje.
Se me olvidaba, de un tiempo a esta parte me ha dado por correr (si es que a lo que yo hago se le puede llamar correr), una afición que compagino con una leve adicción al vino y al chocolate que agudiza mi creatividad y me ayuda a dormir como un cesto.
Y ahora, desde el sofá de mi casa, con una copita de tinto en la mano, os advierto que traigo “las tintas” cargadas. El que avisa no es traidor. Mucho cuidadito conmigo que vengo con ganas… ¡Muchas ganas!
¡Vamos canallas!